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La Miel, los secretos de la colmena
Durante millones de años, los insectos han polinizado las plantas a cambio de polen. Este intercambio nos proporciona una tercera parte de nuestros alimentos. Pero las intoxicaciones producidas por pesticidas agrícolas y enfermedades han reducido dramáticamente el número de abejas y otros polinizadores. En las ciudades ocurren menos intoxicaciones pues los productos químicos están menos presentes. ¿Podrían los entornos urbanos convertirse en un santuario para las abejas? La miel es un producto único. Algunos científicos sugieren incluso que podría aplicarse en el tratamiento contra el cáncer. La Noche Temática reflexiona sobre las consecuencias de la creciente desaparición de las abejas en el mundo.
‘El efecto abeja’
La necesidad de polinizar grandes cosechas ha dado lugar a la industria de la cría de abejas. Con una gran demanda, alquilar colonias de abejas es un negocio muy rentable. En muchos lugares, como Estados Unidos, los agricultores dependen casi exclusivamente de una sola especie, la abeja doméstica.
La monocultura es una forma racional de producir cultivos. Es mucho más fácil cosechar un cultivo único que un conjunto de plantas diferentes, que posiblemente tendrían que ser cosechadas de forma distinta. Pero si en un entorno solo hay un campo de colza en flor, los abejorros y las abejas de esa zona están limitados a alimentarse solamente de semilla de colza.
La falta de nutrición es un problema en más de un sentido. Las abejas y los abejorros no polinizan de forma altruista, sino para alimentar a sus crías y asegurar su colonia a tiempo para el invierno. Una dieta desequilibrada es probablemente una de las razones del descenso en la población de abejas. Doscientos aleteos por segundo no es suficiente.
La monocultura necesita polinización, pero los milenarios abejorros no se adaptan bien a ella. Los polinizadores silvestres que habitan en los márgenes de los campos de cultivo son muy eficientes, pero en un campo de arándanos de grandes dimensiones, los polinizadores nativos no llegan al centro del mismo, así que para esas zonas hay que recurrir obligatoriamente a los polinizadores comerciales.
¿Cómo reemplazamos las flores silvestres? ¿O las partes de una cadena alimenticia que se ha desmoronado? ¿Cómo entender la importancia de las pequeñas criaturas y de que tres cuartas partes de todas las plantas dependen de los insectos polinizadores? Dicho de otro modo, casi todo lo que vemos a nuestro alrededor depende de ellos.
‘La Miel, los secretos de la colmena’
La miel se está convirtiendo en un producto cada vez más escaso y cada vez más demandado. En Francia las importaciones se han triplicado en los últimos quince años lo que ha supuesto la llegada al mercado de miel de calidad dudosa.
Durante dos años, entre dos mil dos y dos mil cuatro, se prohibió la miel china en los mercados europeos porque contenía restos de cloranfenicol, un antibiótico que puede tener efectos adversos en la salud humana. Más de la mitad de los productos más baratos derivados de la miel vendidos en los supermercados están mezclados con miel china.
El problema es que los distribuidores no están obligados a especificar la procedencia, exceptuando una vaga estipulación acerca del lugar de origen, que obliga a especificar si el producto está fabricado fuera o dentro de la Unión Europea.
Los beneficios de la miel son conocidos desde la antigüedad. Hoy en día continúan investigándose sus posibles propiedades curativas de las que nos podemos beneficiar. ¿Podrían la miel y otros productos de la colmena ser nuestros futuros antibióticos? En Francia, la miel se utiliza también como medio de sanación.
Las cualidades curativas o de cicatrización de la miel funcionan con las quemaduras, llagas y heridas, incluidas las heridas postcirugía. En cualquier caso, podría venderse en farmacias. En el hospital de Limoges están trabajando en un nuevo prototipo, una miel medicinal y esterilizada suministrada en tubos. El nombre que se da al uso médico de productos derivados de la miel es “apiterapia”. Cubre el uso de la propia miel, pero también el de la jalea real, el polen y el propóleo.