¿Cuál es el motivo para organizar este curso, del que hace un par de años se impartió el primero?
«Según comenta Vicent Marí, presidente de los apicultores pitiusos, la razón es que el presente de la apicultura no pasa por la recogida de enjambres errantes». El futuro es la selección, que no es asunto sencillo.
«Si las abejas se van de una colmena es por algo, quizás por una cuestión de relevo generacional. Por eso, si cogemos esos
enjambres errantes, posiblemente con reina vieja, debemos preguntarnos si están enfermos y de dónde vienen; si tienen reina o si carecen de ella porque se ha ido».
Porque «no vale la multiplicación de cualquier colmena». De ahí que la mejor opción sea criar una reina limpia y dócil:
«Y se crían para seleccionarlas. Se escogen aquellas que hay en las colmenas más productivas y más limpias. Además, se eligen las jóvenes y las más mansas».
Lladó explicará en el curso cómo se puede saber que una reina limpia y dócil tiene todos esos atributos: productividad, limpieza y mansedumbre. El apicultor, afirma Marí, lo sabe «a simple vista», de la misma manera que se da cuenta de las que están «acabadas».
¿Qué es una abeja limpia?
Las nuevas técnicas de cría de reinas «se han simplificado mucho», indica el presidente de los apicultores: «Hace cinco años, la sistemática era más compleja, se tardaba más. Ahora, gracias a una serie de innovaciones, se pueden hacer crías in situ, directamente dentro de la colmena, de unas 40 reinas.
Y éstas se pueden distribuir luego en los apiarios conforme a la demanda, para que estos sean sanos, limpios, mansos y saludables. Y, sobre todo, prolíficos».
¿Y qué es una reina limpia y dócil?
La que es pulcra, aquella en cuya colmena no hay restos de cera, de abejas muertas o polen. Si son limpias, sacan todo eso al exterior».
A veces, la basura es más grande, por ejemplo pequeñas lagartijas o salamanquesas, incluso caracolillos:
«Entonces, las pulcras los propolizan, ya que no pueden sacarlos fuera debido a su tamaño.
Trabajan con pulcritud y mantiene una correcta higiene de la colmena. Las menos limpias los dejan a medio propolizar o los pegan sin propolizar», explica Marí.
De eso no se encarga directamente la reina, sino sus descendientes. De ahí que haya que esperar «una generación» hasta que la nueva estirpe, que sustituye a las viejas que van muriendo, cambie el comportamiento de la colmena: «Es una cuestión genética», simplifica Marí.
Las mejores colmenas «suelen ser las más pobladas. Las rampas de sus piqueras están limpias, diáfanas y huelen mejor gracias a la asepsia que hacen con el propóleo». No es fácil encontrar una reina limpia y dócil de esas características: «En un apiario, reúnen esos parámetros tres de cada 25.
No vale todo. No se trata de tener muchas, sino pocas pero buenas, de ahí la necesaria selección para conseguir una cabaña apícola sana, resistente a las enfermedades, fuerte y vigorosa».
«Las abejas actúan, el apicultor interpreta lo que hacen»
La principal actividad de Gregorio Lladó no es la de apicultor: «Trabajo en servicios sociales, en el Instituto Mallorquín de Asuntos Sociales. Doy formación a colectivos de riesgo o a personas con discapacidad».
Las abejas son su pasión. Forma parte de Apaema (Asociación de Producción Agraria Ecológica de Mallorca), en la que hay una sección dedicada a la apicultura que sigue las técnicas ecológicas: «En realidad, sólo hay una persona que tenga la certificación, pero se debe a una cuestión del reglamento europeo, que obliga a tener un radio de tres kilómetros de cultivos ecológicos, algo difícil en los minifundios de estas islas. Casi imposible».
En su asociación hay, no obstante, una treintena de personas que siguen a rajatabla los manejos de la
apicultura ecológica.
El curso de
cría artificial de reinas limpias y dóciles que impartirá tiene como objetivo «crear más colonias nuevas». Y para ello han de seleccionar bien una reina limpia y dócil: «No es complicado. La apicultura, en general, no lo es. Pero hay factores que uno no puede controlar: estamos a merced, por ejemplo, del tiempo meteorológico, de las floraciones».
Para asistir, Lladó recomienda tener una base: «Hay que ser y tener formación de apicultor desde al menos seis o siete años. Sobre todo para interpretar lo que te dicen las abejas. En el campo, ellas actúan y el apicultor debe interpretar lo que está viendo».