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Aprenderás a rechazar imitaciones
Que no te den gato por liebre
Y es bonito ver cómo cada vez más gente se suma a disfrutar de la miel. No es solo un endulzante más; tiene ese toque natural que la hace especial.
Piénsalo, la miel de abeja es mucho más que algo dulce. Es un alimento que la naturaleza nos ofrece, capaz de endulzar nuestros días, darnos un extra de energía y hasta calmarnos un poquito. Para quienes deben evitar el azúcar, se convierte en un aliado increíble para seguir disfrutando de un café mañanero más agradable o una leche antes de dormir con un dulzor natural.
Pero, como bien sabemos, en este mundo no todo lo que brilla es oro, y lamentablemente, no toda esa «supuesta miel» que encontramos por ahí es genuina miel de abeja. A veces, la realidad se aleja bastante de esa imagen ideal que tenemos.
Además de sus bondades para darnos energía y sus posibles efectos beneficiosos para nuestro cuerpo, como ser un suave laxante o diurético, la miel tiene una historia fascinante. Contrario a lo que podríamos pensar, no es algo que fabriquemos nosotros directamente, sino un elaborado regalo de las abejas, fruto de su arduo trabajo recolectando el néctar de las flores.
Es increíble la diversidad de mieles que podemos encontrar. Dependiendo de las flores que las abejas hayan visitado, la miel puede ofrecernos un abanico de sabores, desde los más suaves y florales hasta los más intensos y amaderados. Los colores varían desde tonos casi transparentes hasta ámbares oscuros, y las texturas pueden ser líquidas, cremosas o incluso cristalizadas. Esta variabilidad es una de las maravillas de la miel natural. Sin embargo, no todo lo que se nos presenta como miel de abeja puede siquiera aspirar a esa autenticidad.
Por desgracia, existen prácticas menos honestas. Algunos, con la intención de aumentar la cantidad y, por ende, sus ganancias, terminan añadiendo a la miel pura ingredientes que no deberían estar ahí, como jarabes de glucosa o fructosa, e incluso, en algunos casos, sustancias químicas.
También nos encontramos con miel que, aunque provenga de abejas, ha pasado por procesos como la pasteurización. Si bien este proceso puede tener sus propósitos (como evitar la cristalización o eliminar posibles microorganismos), también puede alterar algunas de las propiedades naturales y el sabor delicado de la miel.
Entonces, ¿cómo podemos, como consumidores, intentar discernir si esa miel que estamos a punto de comprar o que ya tenemos en casa es realmente pura o si ha sido adulterada de alguna manera? No existen pruebas caseras infalibles al cien por cien (para eso están los análisis de laboratorio), pero sí hay algunas pistas y pruebas sencillas que podemos realizar para tener una mejor idea.
Algunas pruebas caseras para intentar identificar la pureza de la miel de abeja:
La prueba del agua: Llena un vaso con agua y vierte una cucharada de miel. La miel de abeja pura tiende a irse directamente al fondo y se disuelve lentamente con agitación. Si se disuelve rápidamente al caer o si se mezcla fácilmente con el agua sin que la agites, podría indicar la presencia de azúcares añadidos.
La prueba de la textura: La miel de abeja pura suele tener una textura suave y consistente. Si al tocarla se siente arenosa o granulada (sin estar cristalizada naturalmente), podría ser una señal de adulteración. Ojo, la miel pura puede cristalizar con el tiempo, pero esta cristalización suele ser uniforme.
La prueba de la llama (¡con precaución!): Moja la punta de un fósforo en la miel y luego intenta encenderlo. Si es miel de abeja pura, el fósforo debería encenderse, ya que no contiene agua añadida en exceso. Si no enciende, podría haber un alto contenido de agua o de otros aditivos. ¡Ten mucho cuidado al realizar esta prueba!
Observa la cristalización: Como mencioné antes, la miel pura de abeja tiende a cristalizar con el tiempo, especialmente a bajas temperaturas. Esta cristalización es un proceso natural y no indica que la miel esté adulterada. Una miel que nunca cristaliza podría levantar sospechas de haber sido procesada en exceso o de contener azúcares añadidos. La textura de la cristalización en la miel pura suele ser suave, mientras que en la miel adulterada podría ser más arenosa.
El olor y el sabor: La miel pura de abeja tiene un aroma floral característico, que varía según el origen de las flores. Por ejemplo, aquí en Valderredible, el aroma del Brezo en matorrales o landas, que en primavera se extiende por todos los rincones, confiere a su característica miel un sabor reconocible que también es complejo y natural. Si la miel tiene un olor o sabor artificialmente dulce, podría ser una señal de que se le han añadido jarabes.
Es importante recordar que estas pruebas caseras son orientativas y no definitivas. La forma más precisa de determinar la pureza de la miel es a través de análisis de laboratorio que pueden identificar la presencia de azúcares añadidos, el tipo de polen y otras características.

Percibe el Aroma de Miel de Abeja Auténtica de Brezo