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Apicultoras, nuevas lideresas

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Empoderando mujeres desde la apicultura

Un proyecto en el departamento de Santander busca que 20 familias con 25 colmenas entiendan el ciclo de vida de las abejas angelitas, potencialicen su producción y generen unidad agrícola rentable y sostenible. Samanta Silva es una de sus protagonistas.

 

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Samanta Silva estudia tecnología agroindustrial y estuvo en Bucaramanga hablando del proyecto. / Edwin Bohórquez A.

¿Quién es Samanta Silva?

Tengo 18 años, soy estudiante de la Universidad Industrial de Santander en la tecnología de agroindustrial y vengo del municipio del Socorro.

De qué trata su proyecto

Se basa en el empoderamiento de mujeres apicultoras santandereanas de nuestra comunidad en las labores de apicultura. Lo hacemos entre la Universidad Industrial de Santander y la George Manson University, en Virginia (Estados Unidos), junto con el BBVA y algunos apicultores de las veredas del municipio.
Somos cuatro estudiantes beneficiarios de ese proyecto y lo que hacemos es trabajar con abejas angelitas o meliponas, 20 familias de las veredas con 25 colmenas, y se busca lograr una producción de miel de alta calidad que tenga una excelente trazabilidad, de tal forma que las personas de la región reciban recursos y formación para su diario vivir.

¿De qué regiones estamos hablando?

El proyecto, en su primera fase, comenzó en Socorro, Palmas del Socorro y Confines, el 15 de agosto de 2017. Ya casi cumplimos un año. El seguimiento hecho es positivo, las colmenas se están enriqueciendo, las comunidades ya están alzando su producción y cada día se van recibiendo capacitaciones y nuevas propuestas.

¿Cómo nació el proyecto?

Nace de una idea de un ingeniero local que buscó visibilizar que la miel que producían estas abejas podría tener un alto potencial. Se unieron las dos universidades y el banco y se buscó impulsar a la gente local para que produjera esa miel. Recibirán todas las herramientas necesarias para llevar a buen término el proyecto.
Se les dieron a esas 20 familias las colmenas; en algunos casos esas familias ya tenían a la madre reina y en otros se les entregaba. Una colmena, más o menos, puede llegar a tener 8.000 abejas. Se les dio capacitación para manejar esas colmenas y así el productor comenzó a darle un valor agregado a su producto, de tal forma que se pudiera llevar a la comercialización, a nuevas industrias, y darse a conocer. Se le hizo una trazabilidad a la calidad y el sabor de la miel.

¿Por qué son fundamentales las abejas en la naturaleza?

Como ya sabemos, estamos pasando por una crisis global a nivel ambiental, donde la utilización de químicos y pesticidas está dañando nuestra madre tierra. El papel fundamental que cumple la abeja se basa en la polinización. En su labor de apicultoras ayudan a que la flor o la planta mantengan su ciclo de vida y se obtenga el fruto, que es el que consumimos a diario. Asimismo, de esta flor o planta, la abeja obtiene el producto que usa para lograr la miel, el polen o la cera, todo lo que se produce en la colmena. Es un animal muy pequeño, pero que a su vez cumple muchas funciones y ayuda a que el ciclo de vida humana se mantenga, por eso hay que ayudarlas a que se mantengan, a que estén vivas, estén tranquilas y todos tengamos una vida plena. Ojalá las nuevas generaciones conozcan lo que tenemos en el campo y lo importante que es para todos nosotros.

¿Por qué es tan importante el ciclo de vida de las abejas?

Porque no tiene un ciclo de vida muy largo. Una abeja obrera lo máximo que puede durar son tres semanas, pero durante esas tres semanas deben trabajar divididas por criaderos, las que recogen, las que están polinizando, entonces ese ciclo de vida debe ser respetado. Los zánganos, que son los reproductores, tienen un ciclo de vida de dos meses. La madre reina lo máximo que vive son tres años. Todos viven muy poco, aportan mucho al ecosistema, al campo, y nos arrojan beneficios para la salud, para la economía. Todo hace parte de un ciclo.
Y vinieron los estudiantes de la U. George Manson, de Estados Unidos.

¿Cuál es su papel?

Aparte de ser un impulso económico, ellos entran a ser el centro de investigación, donde nos dan el análisis, la certeza de que la miel que producimos es de primera calidad, la trazabilidad de la producción, de las colmenas. Tanto ellos como nosotros aportamos conocimiento y las personas de las veredas, desde su modo tradicional empírico, les enseñan y hacen que ellos se unten de campo para que vean la realidad de las abejas, en el territorio, no en el laboratorio, detrás de un computador. Ellos vinieron, vieron lo que realmente se produce, cómo es la vida de una abeja, de los campesinos que deben estar a diario expuestos a las picaduras. Son verdaderos enlaces de conocimiento.
Se habla de un empoderamiento femenino, el 60 % de los apicultores son mujeres apicultoras.

¿Qué resultados han obtenido desde que las vincularon?

La base de este proyecto es lograr que la mujer campesina se sienta orgullosa de lo que logra por sí misma, entonces se cambia el concepto típico de la mujer que está en la casa, haciendo la comida, viendo a sus hijos y a su esposo. Ahora será la mujer empoderada, en su labor de apicultora, o con ánimos de superarse, que busca la economía de su hogar, que aporta en esa labor económica que normalmente siempre tienen los hombres. Hay una buen recepción de ellas, se sienten más útiles. Es halagador decir que esto lo hice yo y lo produje yo. Ellas llegan a mandar en los hogares. La mujer campesina y la apicultora tiene un sentido propio de lo que hace y logra día tras día, aunque sea por medio de la apicultura. Esto es la raíz de lo que se va a lograr, que se diga que la innovación en la comunidad vino fue por parte de las mujeres apicultoras, que la industria se va a abrir por medio de ellas.

¿A cuántas comunidades van a llegar en las fases dos y tres?

Vamos a hacer enlaces con cinco municipios, donde entrarían Simacota, El Hato y otros aledaños a la región, para que la unión y el aporte de las mujeres apicultoras, como cabezas de hogar, se convierta en un aporte para la sociedad, para las otras comunidades, que se sepa lo que estamos haciendo y creemos vínculos fuertes en la economía, de tal forma que la gente crea, se dé cuenta de que puede lograr cosas diferentes y sus productos tengan valor agregado. Que la gente de afuera sepa que el campo vale y que quien está allí se quiere superar. Que se deje atrás esa imagen de que es el que trabaja la tierra, se mata y no recibe nada. Esa siguiente fase será importante, aunque sabemos que es arriesgado.
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